Escuchar el viejo refrán "Una imagen vale más que mil palabras" es muy común y frecuente, pero la razón exacta por la cual se dice esto no se conoce, simplemente se repite y se repite por años, tal vez como herencia de nuestros antepasados, que aunque no eran muy estudiosos si eran muy sabios.
Comencemos por aclarar que la imagen tiene la capacidad de contar algo por sí misma, sin necesidad de ser acompañada por un texto o algo que se le parezca que la ayude dar valor o significado.
El significado de la imagen es determinado por la composición de los elementos que la constituyen, los cuales permiten que por medio de la visión se haga una asociación y una reconstrucción de sentidos.
Una imagen tiene la capacidad de contar algo, dependiendo de la historia social y del contexto en el cuál se encuentre exhibida.
No siempre el relato o la percepción de la imagen es la misma, puesto que el significado no sólo depende de los elementos que el pintor puso en ellas, sino también del espectador que la observa, ya que el conocimiento previo y el baúl de recuerdos del individuo es muy importante y de estos dependerá la interpretación de la imagen.
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